La vejez: una etapa de vida que les ocurre a otros, sostiene la filósofa francesa Simone de Beauvoir. Una fase que nos parece lejana y a la que llegaremos si tenemos la suerte de vivir lo suficiente, aunque no la entendamos y no contemos aún con las habilidades emocionales, materiales o físicas necesarias para transitarla. Vemos este ciclo como ajeno a nuestro futuro y nos cuesta también reconocer sus huellas en las personas a las que amamos.

Tal extrañeza ante un proceso que deberíamos prever en nuestras vidas puede manifestarse de varias maneras; una de ellas, la dificultad de entender las necesidades de la persona adulta mayor: físicas, materiales, económicas, sociales y emocionales. Si calculamos que, al menos en Estados Unidos, uno de cada tres adultos funge como cuidador informal de otro, resulta fácil imaginar que enfrentaremos, en algún momento, el reto de cuidar a una persona mayor en la familia; con seguridad lo haremos desde el amor, aunque quizá también desde cierto desconocimiento de su condición real y de lo que ésta exige. Semejante forma de abordar el compromiso pone a prueba las habilidades de cualquiera, así tengamos la mayor disposición y las mejores intenciones.

Al cuidar a una persona adulta mayor se deben considerar sus necesidades, sin descuidar las propias, ya que su bienestar y su salud dependen de que nos encontremos en las mejores condiciones para ayudarles. ¿Y qué debe tener en cuenta una persona que cuida a otra de edad avanzada?

Necesidades de la persona adulta mayor

Para cubrir estas necesidades, es indispensable tener una visión realista del contexto y de la situación específica de cada persona.
Una condición para determinar los cuidados es si la persona mayor presenta una o más patologías crónicas, lo cual determinará la calidad y el tipo de apoyos que recibirá. Por ejemplo, consultas periódicas al geriatra u otro especialista, lo cual implica desplazarla o desembolsar recursos en una consulta particular, de ser el caso. Asimismo, es posible que requiera asistencia para sus actividades cotidianas básicas como aseo, alimentación, toma de medicamentos, recreación y movilidad, con las mayores medidas de seguridad e higiene posibles, lo que amerita un servicio de enfermería. Esto, con rutinas bien establecidas que favorezcan los horarios de sueño, comida y vigilia, incluyendo la socialización, indispensable para su bienestar emocional y psicológico. En este punto, será la persona cuidadora principal quien requiera el apoyo de una red de otros familiares o amistades.

Necesidades de quien cuida

Dados la responsabilidad y el esfuerzo, la persona cuidadora requiere, también, apoyo físico, mental, afectivo, social e incluso económico. De hecho, una sugerencia es que se procure un acompañamiento terapéutico o psicológico. También se recomienda que la persona que cuida pida y reciba toda ayuda disponible, tanto de los cuidadores profesionales mencionados, como de familia, vecinos y cualquier persona dispuesta y con la posibilidad de descargarla de ciertas tareas; esto, con la finalidad de evitar un deterioro en su propia calidad de vida.
Es común, no obstante, que las familias no se sumen a la asistencia y que, por el contrario, resten con críticas o indiferencia a quien los procura o, en el mejor de los casos, que se limiten a aportar algunas cantidades insuficientes de dinero, como si con eso se cubrieran todas las áreas de bienestar de la persona mayor. Tales familias pierden de vista el motor detrás de todo cuidado: el amor y la comprensión de la vejez como una edad en que las personas nos iremos volviendo, poco a poco, más vulnerables. Es decir, y recordando las palabras de De Beauvoir, se niegan a “asumir en su totalidad nuestra condición humana”. La familia y las amistades deben llegar a acuerdos en el cuidado de la persona adulta mayor para asegurar la calidad de vida de todo el grupo y que ella se sienta cobijada en lo material y, sobre todo, que se sepa amada en el último tramo de su vida.
Si te interesa saber más sobre cómo cuidar a una persona en esta etapa de su vida, y formar una red de apoyo con su cuidadora primaria, entra aquí. 
——————————————
“Como cuidadora profesional he visto cómo se va deteriorando el adulto en la parte emocional: antes estaba acostumbrado a recibir visitas, ver su casa llena y, de repente, nadie lo visita. Entonces se siente abandonado o que no le importa a nadie. No hay nada como la unidad y los acuerdos para la toma de decisiones, considerando lo que realmente quiere y necesita mi familiar. El grupo debe ser como maquinaria de un reloj en la que cada engrane hace lo que le corresponde y funciona bien”.
Laura Adriana Orihuela Camacho*
—————————————

*Cuidadora certificada en 2021 por el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (Conocer), mediante la Cámara Mexicano Alemana de Comercio e Industria, A. C., en la prestación de servicios auxiliares de enfermería en cuidados básicos y orientación a personas en unidades de atención médica.